Los primeros rayos de luz que penetran en mis pupilas pertenecientes a un color esperanza que derrochaba alegría con cada paso que daba hacia delante, mientras escuchaba los golpecitos de mis tacones y como arrastraba ese vestido que me recordaba a la espuma del mar,ese “si quiero” que resonaba por toda aquella increíble iglesia, las risas, los besos, los recuerdos de ese día que finalizó con aquel beso, viviendo en un sueño que no quería que acabase, pero como todos los sueños tienen un final, una alarma, una voz que te despierta, un beso o un golpe como fue mi caso, mi sueño empezó a desaparecer cada vez que me despertabas con cada uno de esos golpes, cada vez que me gritabas que no era nada para ti, que no valía nada, cada vez que me hacías comer del suelo o cada vez que me violabas entre llantos.
Ese gran sueño comenzó a convertirse en una pesadilla que no podía ni cambiar ni finalizar , humillación tras humillación creía que moría en vida, te suplicaba clemencia mientras marcabas mi piel con tus grandes y fuertes manos, mientras tus pensamientos te animaban a arrancarme la vida a la vez que mirabas a tus hijos a los ojos con asco, les quitabas la niñez y a tu hija su inocencia, ese fue el momento en que crecí, mis ojos llenos de lagrimas desaparecían, volvía a resurgir mi valentía, pedí ayuda para acabar con todo aquello que tú solo tú estabas destruyendo, me levanté, recogí todos los pedazos que dejaste, alcé la cabeza y conseguí que pagases por todo aquello con ayuda de heroínas con las que logré que te acabases consumiendo por la ley.
Puede que no sea la heroína que salvase el mundo o la galaxia pero soy la heroína que salvó su vida y a sus hijos.